ASCENSORES Y ASCENSORISTAS

Encuentros y desencuentros

Para colocar un ascensor en una comunidad de propietarios hay que estar armado de paciencia y tener amarrados todos los flecos. Largos años de trato con vecinos de todo pelo me demuestran que nos volvemos fieras cuando nos tocan la intimidad. Resulta difícil compartir con gente a la que no catalogas de amigos o familia. Es como si no entendiéramos del todo el concepto de propiedad de los elementos comunes de una comunidad. ¿Cuál es el trozo de puerta de la entrada de edificio que me corresponde?

Pertenecemos a un país en el que para negociar con el vecino, se ponen los cojones encima de la mesa tal y como antaño se sacaban las navajas. En vez de pedir se exige. Imponemos en lugar de solicitar. No queremos entender que un metro de terraza otrora sin valor, puede convertirse en una legítima oportunidad.

Sé de una comunidad que denunció a juicio a un propietario porque impugnó la licencia de obra. Se gastaron un dineral en un juicio perdido, por no pararse a solucionar los fallos del arquitecto. En otro bloque, uno de los propietarios vendió su casa al no poder colocar el elevador. La comunidad se empeñó en cobrar a los locales comerciales por narices, se calentaron los ánimos y terminaron odiándose para los restos.

Son muchos los casos que podría relatarles, todos llenos de intransigencia y pocas luces. Ese no es el camino. Empiecen por conocer de antemano todos los imprevistos y dejen las armas en el trastero.

Les dejo un enlace hacia una carta a un periódico de un vecino bastante enfadado.